Después de un año con su primer restaurante, Javier lo tenía claro: quería montar el segundo.
Había demanda.
Tenía equipo.
Tenía clientela fidelizada.

Lo que no tenía era ganas de repetir la pesadilla de montar una cocina desde cero.
La anterior le costó 40.000 €. Y un par de úlceras.

Esta vez, haría las cosas distinto.

No compró. Alquiló TODO.

Planchas.
Freidora.
Campana.
Horno.
Lavavajillas.
Abatidor.
Mesa fría.
Cámara frigorífica.

Todo.

📦 Se lo entregaron en bloque.
🔧 Se lo instalaron.
📞 Y si algo falla, lo arreglan.

Ni discusiones, ni pagos imposibles, ni técnicos que llegan tarde.
Solo maquinaria funcionando. Siempre.

¿Y por qué lo hizo?

Porque ya no era nuevo.
Ya sabía lo que cuesta mantener una cocina en marcha.
Sabía que el problema no es comprar. El problema es cuando todo se rompe al mismo tiempo.

Con el renting:

• No se endeudó. 
• No se encadenó a ningún proveedor. 
• Pudo testear qué equipo le rendía mejor. 
• Y pudo ajustar sin volver al Excel llorando. 

“¿Y si no me va bien el nuevo local?”

Buena pregunta.

Para empezar, si pones toda la carne en el asador, te irá bien.
Si necesitas cambiar algo, lo cambias.
Y si va tan bien que necesitas más capacidad, amplías el renting.

Así se crece con cabeza. No con hipotecas disfrazadas de hornos.

¿Con quién?

Lo adivinaste: Santa Sed.
Porque no te venden maquinaria.
Te venden tranquilidad.

Y eso, cuando vas a por el segundo local, vale más que el mejor horno del mercado.