Si estás montando una cocina profesional y tu plan es comprar una freidora industrial…
…espera un segundo.
Porque hay dos tipos de negocios en hostelería:
- Los que alquilan su maquinaria y duermen tranquilos.
- Y los que se gastan 1.200 € en una freidora, se les quema en tres meses y siguen friendo con una sartén de casa.
Y lo mejor: no saben por qué el ticket medio no sube.
La freidora importa. Mucho.
Lo que sale de ahí va directo a la boca del cliente. Y si el aceite no está limpio, si no alcanza la temperatura correcta, si tarda en recuperarse entre fritura y fritura… no estás sirviendo comida. Estás sirviendo decepción con crujiente de decepción.
Y todo por no querer alquilarla.
¿Por qué alquilar una freidora industrial (y no ser un héroe anónimo del fracaso)?
- Porque puedes probar sin jugártela.
- Porque si se estropea, no eres tú el que la repara.
- Porque puedes cambiarla por una más grande o con doble cubeta en temporada alta.
- Y porque el aceite no es lo único que arde cuando no funciona: también tus nervios.
En serio: ¿vas a seguir friendo papas como si fueras un food truck sin enchufe?
¿Y a quién le alquilo, listo?
A quien te lo ponga fácil. A quien no te dé largas cuando el aceite no calienta.
A Santa Sed, por ejemplo:
- Te traen la freidora.
- Te la instalan.
- Te la mantienen.
- Y si hace falta, te la cambian sin lloriqueos.
¿Quieres una freidora de alto rendimiento? La tienes. ¿Una con grifo de vaciado, doble cuba y zona fría? También.
Pagas una cuota mensual y listo. Y si no la quieres más, la devuelves. Como Netflix, pero en versión aceitosa y rentable.
Resumen para impacientes:
- Las freidoras industriales son clave.
- Comprarlas es un gasto. Alquilarlas, una inversión.
- El aceite dura más, el servicio es más rápido y tu personal no muere por combustión espontánea.
- Y sí, puedes dejar de freír a mano como en 1998.